Trauma Psicológico

El malestar es la llave para abrir la puerta que nos lleva hacia lo que necesitamos ver cuando nos encontramos bloqueados en el sufrimiento.

No se trata solo de cambiar el comportamiento que nos hace daño, sino de entenderlo. El síntoma que se hace presente cuando tenemos un trastorno alimentario es, en realidad, la mejor manera que pudimos encontrar para gestionar nuestro malestar interno.

Si una niña siente ansiedad y encuentra en la comida la forma de regularla, el problema, ¿está en la comida o en aquello que le produce ansiedad? ¿Por qué utiliza la comida para calmarse? ¿Dónde lo ha aprendido? ¿Por qué no hubo otro regulador? ¿Qué recurso puede utilizar en lugar de encontrar en su ingesta la calma? ¿Dónde aprendió que para calmarse tiene que hacerse daño?

Cuando experimentamos situaciones complejas, seamos o no conscientes de ellas, se ponen en marcha mecanismos de adaptación para enfrentarlas. Dependerá de las herramientas con las que contemos, cómo resolveremos dicha experiencia.

Cuanto más inmaduros seamos, menos estrategias tendremos y, como consecuencia, usaremos las de nuestros cuidadores para resolverlas. Es por esto que arrastramos dificultades desde generaciones previas. Ahora nos toca a nosotros, como personas adultas, resolver lo que mamá no supo manejar en nosotros.

Lejos de culpabilizar a nuestros padres, debemos aprender lo que ellos no pudieron. Y avanzar, de generación en generación, sumando aprendizajes útiles para nuestra especie, en lugar de bloquearlos y seguir dejándoselos en herencia a nuestra descendencia. De eso se trata la justicia, de prevenir desde la reparación, el dolor que puedan vivir quienes nos siguen en este mundo.

El trauma es una herida que deja una huella

Esta especie de marca con la que cargamos es reproducida por los síntomas. Es inútil trabajar solo con ellos. Si los modificamos, cambiaremos un mensajero por otro; si los censuramos, será cuestión de tiempo para que aparezcan de nuevo. Y de allí vienen las famosas recaídas que mencionan ciertos modelos terapéuticos que las abordan.

Trauma es todo aquello que supera la capacidad de la persona para afrontarlo. El tratamiento tiene que ver con prepararnos para volver a ver aquello que produjo en algún momento un bloqueo en nuestra mente, pero con recursos del presente.

Lo que no se puede resolver queda guardado en nuestra psiquis tal cual lo hemos vivido y, así como los sueños repetidos anuncian que el inconsciente no ha podido incorporar cierta información, los síntomas son la manera que el cerebro encuentra para hacernos conscientes de que hay algo que ha quedado inconcluso y que necesita ayuda para poder asimilar. Es nuestro cerebro quien nos pide, por medio de los síntomas, que nos ocupemos activamente de quitar ese bloqueo.

Los traumas de los trastornos alimentarios suelen anidarse en los períodos de formación y desarrollo, siendo los siguientes los más característicos: trauma de apego, oculto, pre verbal y complejo, sin dejar de lado las heridas que los abusos puedan dejar. Los más presentes son el abuso emocional, el de poder y el sexual.

El trauma resulta de una “indigestión” cerebral. El cerebro digiere información, como el estómago alimentos. Todo lo que le resulte mucho o quiera incorporarse demasiado rápido o a mayor velocidad que la que pueda asimilar, resultará traumático.

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