Una persona con un trastorno alimentario padece su relación con la comida.
En apariencia, presenta síntomas vinculados al mal manejo de su ingesta, pero esto es solo una pieza del puzzle que compone el cuadro de su vida. Detrás de todo aquello hay una historia por contar y es esa pieza, la comida, la encargada de modular las experiencias que va viviendo a lo largo de los años.
La relación alterada con la alimentación es un medio que tienen estas personas para gestionar su malestar interno, producido por su incapacidad de conectar consigo mismas. Su estado anímico, en su conjunto, se ve representado a través de la ingesta. Es de este modo que lo restringen (controlan) para evitar sentir, o lo modulan (descontrolándose luego de haber fracasado en el intento de control) a través de atracones y purgas. Estos comportamientos pueden o no ser constantes, o tener una menor o mayor frecuencia a través del tiempo.
En esta sección encontrarás los criterios diagnósticos. Debés tener en cuenta que no son suficientes como calificación aislada, ya que se deben entender en el marco del estilo de la personalidad, de la forma de apego (o de vincular) primario y cómo está estructurado el mundo interno. Además, es necesario indagar sobre la posible comorbilidad con otros padecimientos mentales: si un trastorno alimentario no mejora, puede que no lo sea y que haya otra alteración sosteniéndolo.